4/6/07











Esta mañana baila la brisa a mi alrededor, entra por la ventana y trae nuevos olores de verano.


Con fuerza abro la persiana y doy la bienvenida a un nuevo día, pidiéndole que me sorprenda una vez más con sus recobecos de sol y lluvia, que nadie espera ver llegar a la vez, pero que a veces, llega y se queda.
Hay en Huelva un muelle, q hace poco andó en ruinas y que ahora es la cuna de el desahogo y la tranquilidad en mi cuerpo.

Cuando el día se ofrece , en bicicleta, por notar en mi cara el viento, salgo a pasear y siempre suele ser el destino este muelle del que hablo, por llenarme de paz, que es lo que ansío.

Realmente es bello, y aun es más bello que la vista la sensación de frescor que ventila mis ideas.
El olor a sal de las marismas me recuerda tanto a los veranos vividos, esos que fueron excitantes y apasionados, tuvieron días lluviosos pero los más fueron de sol, el calor que envolvió esos momentos, perfectos momentos en los que aprendí que no hay un día igual que otro, que no hay un minuto que se repita y que por eso tengo que disfrutar al máximo y exprimir la vida como si solo fuese a vivirla una vez :p

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